La Opinión
Desquiciante y sin concesiones, Insensatez (Tusquets Editores, 2004), la novela más reciente del escritor salvadoreño-hondureño Horacio Castellanos Moya, es la historia de un redactor contratado por el Arzobispado de Guatemala para editar las 1,100 cuartillas que documentan las masacres de indígenas perpetradas por el ejército de ese país centroamericano.
Desde el principio del relato el protagonista está consciente —Insensatez es una obra escrita en primera persona— que se juega la cordura. No es para menos. Editar los testimonios de las 440 matanzas contenidas en el documento no es proeza de la que se pueda salir indemne. Porque “sólo alguien fuera de sus cabales” puede aceptar un trabajo tan truculento como el que tiene ante sí, habida cuenta de que cuando se liga a esa empresa no lo mueve ningún compromiso político ni propósito justiciero, sino únicamente los cinco mil dólares que le han ofrecido por su trabajo. Dos mil quinientos de adelanto y el resto cuando complete el informe. Sin embargo, el encargo del Arzobispado también le ofrece la oportunidad de asomarse a un abismo, un fondo de horror al mismo tiempo peligroso y cautivante.
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