LA PRENSA
Olimpia se impuso porque se jugó un partido inteligente, no perdonó al rival cuando tuvo las oportunidades y sobre todo fue generoso, como siempre pensó más en el marco rival antes de cuidar el suyo.
El 6-3 refleja lo que pasó en la cancha. Victoria cometió un gran pecado, le faltó el respeto a un grande que le dio una lección y lo hizo vivir su realidad, el club albo le pintó la cara a los jaibos, les pasó por encima, los humilló y les hizo trizas la ilusión de la final. Eso sí, los dos equipos demostraron que el fútbol hondureño no está muerto, el que no fue al estadio se perdió un partidazo que tuvo de todo.
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