Iván MejÃa Reyes / Anahté
Editorial de El Tiempo
Domingo, 29 de Septiembre del 2002
Al inicio del problema que ha enfrentado y está enfrentando la “Señorita Honduras 2002â€?, Erika RamÃrez, y el organizador del certamen de belleza, todos los hondureños imaginamos que serÃa sólo un “jalón de greñasâ€? y uno que otro puntapié de dos de los involucrados en ese ya tantas veces cuestionado “concursoâ€?.
Pero el mismo ahora ha tomado otro carisma más dramático, cuando el Juzgado de Letras de La Ceiba ordenó un embargo precautorio de los bienes materiales de la familia de la reina de belleza hondureña destronada, llevándose todos los cachivaches, trapos y cacerolas.
El novelón barato de esos que nos recetan diariamente y en todo momento, se inició cuando la señorita RamÃrez denunció que estaba siendo discriminada por cuestiones raciales, aparte de que también se vio afectada por acoso sexual.
Para nadie son novedad denuncias de esta naturaleza, en lo que a concursos de belleza se refiere, por años se ha hablado de trata de blancas, tráfico de favores sexuales y de ventas de puestos para las que desean quedar de finalistas en el concurso. Los organizadores de este supuesto evento anual de belleza siempre han negado esos cargos.
Recuerdo que hace algunos años la antigua “manejadora� de las “misis�, llegó en cierta ocasión a la sala de redacción de un periódico sampedrano, a reclamar al jefe de redacción por cuestionamientos que se le estaban haciendo al “Concurso Miss Honduras�.
Según la pintarrajeada doñona, ella no enganchaba a las muchachas a regalar sus favores, pero aceptó que sà les decÃa que no fueran tontas, y que en lugar de “darlos de gratis, mejor lo vendieran bien, ya que al fin y al cabo Dios a la mujer le dio lo de e... para su remedioâ€?.
Tales expresiones provocaron rechazo y repulsión entre los que escuchamos, porque fueron como una confirmación de que todo lo negativo que se dice de ese supuesto concurso, es verdad.
Ahora mismo para muchas personas todas las medidas de presión que se hacen contra Erika RamÃrez, son sólo una cortina de humo o un telón de bambú, para tapar la mugre que debe existir en esa supuesta competencia de las mujeres más bellas de esta nación.
Todas las represalias contra la destronada Señorita Honduras, son como para sentar un precedente funesto, y hacerla cocora contra otras participantes que se atrevan a accionar, evitando que en el futuro no se presenten más denuncias de abusos.
Resulta inconcebible y casi traÃdo de los cabellos, que por las denuncias de Erika RamÃrez se esté exigiendo una indemnización --de ocho millones de lempiras-- por daños y perjuicios, para una compatriota que no tiene ni en qué caer muerta y máxime ahora que le tocará dormir en el suelo y hacer una fogata para preparar sus alimentos y los de su familia.
Y rÃdiculo es aún más que se incluya otra demanda por 20 millones de lempiras contra la Organización de Desarrollo Etnico Comunitario (Odeco), en represalia por apoyar a Erika RamÃrez.
Eso es como un ensañamiento contra una joven que se atrevió a levantar la cobija, mostrando los colchones sucios y las camas “chinchosas� que presentan esos tipos de concursos.
Ojalá que la FiscalÃa y las otras autoridades que están conociendo de este caso, no se dejen impresionar por los aires de dignidad y de pudor de los que están tras la campaña contra Erika RamÃrez. Se investiguen las denuncias que por largos años se han hecho, y que no se quede sin que nadie les “pare la bolaâ€? sólo porque quien lo hace es la joven humilde, que se metió a ese rollo del concurso de belleza, sin saber que iba a encontrarse en un nido de “tamagases de Corayâ€?.Â
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